sábado, 28 de febrero de 2009

Khaenna, Guardiana de las Dieciséis Llaves (Demonio del 3er Círculo)

Decimotercera alma de Cecelyne, El Desierto Interminable

Descripción: Khaenna enfatiza la función de Cecelyne como punto de contacto entre la Creación y Malfeas. Es ella, y solo ella, quien posee el control sobre las 16 puertas que conectan a Cecelyne con los desiertos del Sur. Y es a ella a quienes deben responder aquellos que se atrevan a entrar desde la Creación a Malfeas.
Solo en muy raras ocasiones se la ha invocado a la Creación, y en todas ellas fue, o bien para revelar la ubicación de las 13 puertas que conectan la Creación y Malfeas, o bien para transportar al hechicero y a su círculo dentro de la Ciudad Demoníaca. En algunas ocasiones se la ha invocado para obtener control sobre las criaturas del desierto o para construir una obra en medio de la arena, pero estás han sido aún más escasas.
Aquellos que tratan de entrar a Malfeas a través del Desierto Interminable, y no han rendido el apropiado respeto a Khaenna, acaban muertos por la noche, cuando incontables escorpiones y serpientes se abalanzan sobre ellos.
Khaenna suele adoptar la forma de una hermosa mujer, de no más de 18 años. Sus cabellos son del color del desierto del Sur bajo la luz del crepúsculo. Siempre lleva a Yehenna, una alabarda hecha de vitriol y arena plateada de Cecelyne, consigo a todas partes. Se dice que en ella se guarda el poder de abrir los portales.

Naturaleza: Bravucona

Virtudes: Compasión 1, Convicción 4, Templanza 2, Valor 4

Poderes de Ejemplo:

Apertura del Portal Infernal: Khaenna puede abrir un portal desde cualquier lugar de la Creación directamente al Desierto Interminable, exactamente a 5 días de viaje de la Ciudad Demoníaca. Este portal es temporal, y solo dura unos segundos, pero dura lo suficiente para que pase una unidad de Magnitud 9 por él. Es imposible colarse por el Portal Infernal, ya que solo aquellos autorizados por Khaenna (o el hechicero que la controle) pueden cruzarlo. Este poder no puede utilizarse en una Morada o Dominio a excepción de que Khaenna (o el hechicero que la controla) esté sintonizada con la misma. Además, el portal no puede crearse en Malfeas para ir a la Creación. Aquellos que hayan entrado deberán buscar otra manera, como por ejemplo, una de las 16 puertas que guarda Khaenna.

Invocar a las Criaturas del Desierto: Khaenna puede invocar a todas las criaturas asociadas con el desierto (escorpiones, serpientes, etc.) para que peleen por ella. Todos los animales que se encuentren a una distancia de 15 kilómetros deberán acudir tan pronto como les sea posible. Los familiares y animales sintientes son inmunes a este efecto.

Moldear la Arena: Khaenna tiene la habilidad de modelar la arena a voluntad, utilizando el poder de sus palabras. Puede alterar hasta 10 kilómetros cúbicos de arena al día de esta forma. La cual puede convertirse en lo que Khaenna desee: Torres de Vidrio, Barrancos, Muros, Edificios, etc. Sin embargo, no puede transformar la arena en un elemento ajeno a ella (por ejemplo, en metal, madera o carne). Si lo que se desea es crear algo complejo, el volumen pasa a ser solo 10 metros cúbicos al día. De esta forma podría, por ejemplo, crear un Palacio muy fino y decorado, de arquitectura impecable; una serie de armaduras de vidrio muy resistentes. Por último, si se desea algo capaz de proezas increíbles, como golems de vidrio o un vehículo, el volumen es de 10 centímetros cúbicos al día.

Fuerza de Voluntad: 9

Esencia: 9

Resistencia a la Invocación: 2

Otras Notas: Yehenna es en realidad un demonio del 2do Círculo, el alma guardiana de Khaenna. Por este motivo, si Khaenna es derrotada, su alabarda regresará a Malfeas inmediatamente. En caso de ser necesario, el arma puede atacar por sí sola, aunque de forma limitada y utilizando sus propios atributos (esta alma ha sido moldeada junto con vitriol y arena para servir como un artefacto más que como un ser racional). No hay ningún caso registrado en el que un hechicero haya conseguido invocar a Yehenna separadamente de Khaenna, ya sea por una incapacidad real o solo por falta de conocimiento de la existencia del demonio.